La agricultura regenerativa es una forma de producir alimentos que respeta el medio ambiente y mejora la salud del suelo. En los cultivos de fruta de hueso, como el melocotón, la ciruela o el albaricoque, esta práctica puede tener beneficios tanto para el agricultor como para el consumidor.
Uno de los beneficios de la agricultura regenerativa es que ayuda a prevenir y controlar las enfermedades de las plantas, especialmente los moteados de la manzana, que son unas manchas negras que aparecen en la piel de la fruta y que afectan a su calidad y valor comercial. Estos moteados son causados por hongos patógenos que se propagan por el aire o por el contacto con otras frutas infectadas.
La agricultura regenerativa busca mejorar la actividad microbiana del suelo, es decir, la vida de los microorganismos que habitan en él y que cumplen funciones importantes para el desarrollo de las plantas. Estos microorganismos pueden competir con los hongos patógenos, inhibir su crecimiento o estimular las defensas naturales de las plantas. Así, se reduce la necesidad de usar productos químicos para combatir las enfermedades y se protege el medio ambiente y la salud humana.
En el mediterráneo, donde el clima es cálido y seco, la agricultura regenerativa también puede ayudar a mejorar la retención de agua y nutrientes en el suelo, lo que favorece el crecimiento y la calidad de las frutas. Además, al aumentar la biodiversidad y la materia orgánica del suelo, se contribuye a mitigar el cambio climático y a conservar los recursos naturales.
La agricultura regenerativa es una opción viable y sostenible para los cultivos de fruta de hueso en el mediterráneo, que puede mejorar la rentabilidad de los agricultores y ofrecer productos más sanos y sabrosos a los consumidores.